jueves, 24 de noviembre de 2011

Marco Antonio y Cleopatra

En el templo de Dar-el-Bahari, construido en honor a la reina Hatshepsut, que reinó en Egipto en el siglo IX a. de C. existe un bajorrelieve grabado en piedra que representa la historia no carente de humor acaecida entre Marco Antonio y Cleopatra y que más tarde, en el año 37 a. de C. el historiador Plutarco relataba:
Marco Antonio participaba en un concurso de pesca en presencia de su esposa Cleopatra. Tras una larga espera sin obtener ninguna presa, y temiendo que se burlasen de él, Marco Antonio mandó a sus buceadores que le fuesen poniendo peces en el anzuelo. Cleopatra se dio cuenta del engaño, pero fingió estar maravillada con tantas capturas.
Al día siguiente continuó el concurso, pero Cleopatra se anticipó al truco de su esposo y mandó a un buceador que enganchara al anzuelo un pescado seco ahumado.

Marco Antonio y Cleopatra


domingo, 13 de noviembre de 2011

Alphonse y Theodore Carmagnolle


En 1882 los hermanos Alphonse y Theodore Carmagnolle, desarrollaron un equipo acorazado con algunas innovaciones muy interesantes para la época. Con la idea de dotar al buzo de la máxima movilidad dentro del equipo, construyeron un traje metálico con 22 juntas o articulaciones, conocidas como juntas de amortiguación por aire. Estaban repartidas por todo el cuerpo, brazos, piernas y en especial las manos. Estas juntas las diseñó el profesor Archibald Sharp, y se utilizaron mucho en los mecanismos telescópicos de las motocicletas. Básicamente, se trataba de semiesferas concéntricas que giraban sobre sí mismas. La estanqueidad se conseguía uniendo tejido de lona impermeable a los finales de cada esfera que se estiraban o plegaban con los movimientos de cada articulación.
Escafandra de los hermanos Carmagnolle
En el casco dispusieron 25 pequeñas mirillas separadas entre sí por la distancia entre los ojos, lo cual le daba un aspecto fantástico, pero permitía una buena visión en todos los ángulos. También tenía en la parte superior una  apertura mayor roscada que se abría en superficie para la ventilación del buzo.
El equipo tenía una flotabilidad positiva y para compensarla acoplaron unos lastres en los tobillos que el buzo podía desprender tirando de una cuerda para volver a la superficie.
El suministro de aire, era por el método ya clásico de dos mangueras para entrada y salida del aire.
Parece ser que los hermanos Carmagnolle utilizaron bastante su equipo en Marsella, de donde eran naturales. Actualmente se conserva en el Museo Oceanográfico de Mónaco.










lunes, 7 de noviembre de 2011

Andréu Ximenez

En 1654, dos galeones naufragaron frente a las costas de Cadaqués y el Cap de Creus en la Costa Brava de Catalunya. Las naves que habían partido de Cádiz, transportaban valiosas cargas compuestas de lingotes de plata, monedas, joyas y piedras preciosas.
La noticia del hundimiento corrió rápidamente entre los vecinos de la zona que no tardaron en acudir con todos los medios a su alcance para extraer cuanto de valor pudiesen. Juan José de Austria y el virrey de Catalunya tomaron cartas en el asunto, nombrando al letrado Antonio Pastor de Costas para detener de inmediato el expolio. Se logró recuperar una mínima parte del tesoro sustraído, aunque la mayor parte permanecía aún en el fondo del mar.
Antonio Pastor encargó a un mecánico de Barcelona llamado Andréu Ximenez la construcción de una campana con la que pensaba recuperar el resto de la valiosa carga.
Campana de Andréu Ximenez
La campana, hecha de madera y reforzada con aros de hierro medía unos cuatro metros de altura por tres de anchura. Unas bolas de hierro servían de lastre para mantener la verticalidad de la campana.
Lo más curioso de esta campana o Máquina de ir bajo el mar era su sistema de movilidad, consistente en un pórtico de madera  apoyado sobre dos laúdes o barcazas y unidas éstas entre sí para navegar en paralelo. Del centro del pórtico colgaba la campana la cual se hacía subir o bajar mediante una cuerda, dos poleas y un torno.
Todo el equipo se utilizó con éxito durante algún tiempo, recuperando parte del tesoro, hasta que Cadaqués fue tomada por los franceses, apoderándose de la máquina y continuando ellos naturalmente con la extracción. Para ello se valieron de dos esclavos norteafricanos los cuales realizaban inmersiones de cerca de dos horas. En el interior de la campana había un banco de madera donde los buzos descansaban de manera alternada, hasta que uno de los dos tocaba una campanilla para avisar que tenían que ser izados a la superficie para renovar el aire. 
El salario que percibían los dos buzos era el de una mordida diaria, es decir todas las piastras de plata que les cupiesen dentro de la boca.
En la revista Le Journal des Sçavants se publicó la historia en 1677 narrada por el médico francés Panthot.